La
región de América Latina logró durante la década pasada, avances importantes en
áreas esenciales para la competitividad, en particular en el área
macroeconómica, lo cual permitió que la región retomara la senda del
crecimiento, manteniendo, sin embargo, su histórica inestabilidad. Lo anterior
no ha sido suficiente para reducir las brechas de productividad e ingreso que
separan a la región de los países desarrollados.
En
el gráfico 1 se observa que la región latinoamericana se encuentra en una
situación de bastante desventaja competitiva en relación con las otras
regiones, exceptuando África y algunos países de Asia.
El
crecimiento promedio de los países de la región durante los 90 fue de apenas
3,3%, muy inferior al alcanzado por otros grupos de países en desarrollo, como
los del Sudeste Asiático (5,1%), Oriente Medio (4,0%) o el resto de Asia (5,2%)
(BID, 2001). En la década pasada se incrementó la brecha de productividad entre
los países desarrollados y los en desarrollo. En América Latina sólo unos pocos
países experimentaron aumentos de productividad: Chile, Argentina y Uruguay,
como se observa en el gráfico 2. Retrocesos significativos en la productividad
experimentan casi todos los países de la región en ese período, incluyendo
Brasil y México.
De
acuerdo con el índice de competitividad, América Latina estaría enfrentando
serios problemas de competitividad.
Como consecuencia del mal desempeño de la productividad, las brechas de ingreso per cápita de América Latina respecto de los países desarrollados estarían aumentando. Lo anterior no es sorprendente dada la estrecha asociación entre estos índices y los niveles de ingreso de los países. Los países que tienden a crecer más son aquellos que ofrecen condiciones de competitividad mejores que las que corresponden a su nivel de ingreso. En el caso de América Latina, solamente Chile está en esta situación. Según este índice, las deficiencias se originan en las tres áreas incluidas en el índice: calidad del ambiente macroeconómico, calidad de las instituciones públicas y capacidad tecnológica, lo cual se traduce en que la región tiene un enorme desafío para aumentar el crecimiento de la productividad y del ingreso.
Como consecuencia del mal desempeño de la productividad, las brechas de ingreso per cápita de América Latina respecto de los países desarrollados estarían aumentando. Lo anterior no es sorprendente dada la estrecha asociación entre estos índices y los niveles de ingreso de los países. Los países que tienden a crecer más son aquellos que ofrecen condiciones de competitividad mejores que las que corresponden a su nivel de ingreso. En el caso de América Latina, solamente Chile está en esta situación. Según este índice, las deficiencias se originan en las tres áreas incluidas en el índice: calidad del ambiente macroeconómico, calidad de las instituciones públicas y capacidad tecnológica, lo cual se traduce en que la región tiene un enorme desafío para aumentar el crecimiento de la productividad y del ingreso.
Lo anterior se traduce en que la mayoría de los países se encuentran
mal posicionados en el ranking de competitividad (gráfico 3). Entre 79 países,
el índice de competitividad muestra que Chile es el país que se encuentra mejor
en el ranking, en el lugar 27, seguido de Costa Rica (lugar 35).
La actual situación económica
existente en la región plantea un contexto favorable. América Latina y Caribe
presenta desde hace años una evolución positiva en términos de crecimiento
económico, que se espera continúe a lo largo de los próximos años (Véase Gráfico
1). Ello, junto a los avances de la región en materia de políticas fiscales y programas
sociales, plantea un marco adecuado para impulsar el cambio hacia modelos productivos
más acordes con los retos actuales.
Las ventajas que América Latina tiene son:
-Que tiene oportunidades de acceso de créditos al sistema financiero.
-Crecimiento de infraestructura vial y portuaria
-Estrategias e innovación de nuevos productos
-Expansión de los mercados
-Mayor productividad
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